Es bien sabido que la divina Naturaleza es la mejor medicina para el cuerpo y la mente. Los beneficios hasta ahora documentados nos confirman que, entre estos, mejoran la salud mental y la cognición, mejoran el estado de ánimo, reducen la presión arterial, alivia síntomas depresivos, en general, es positivo para el bienestar físico y psicológico.
Estudios recientes constatan estos descubrimientos que a la fecha solo se intuían. Entre más nos relacionemos con el medio ambiente y las áreas verdes, más nos beneficiaremos de sus propiedades curativas y terapéuticas, y menos medicamentos psicotrópicos o antihipertensivos consumiremos.
Por otra parte, se sabe que los baños de sol y su diaria exposición entrega grandes beneficios tanto a la piel como a salud de los seres humanos, además, en este acto se origina vitamina C de forma natural para nuestro organismo. El sol es una verdadera fuente de poder inagotable para la vida y la humanidad.
Hay pruebas suficientes que avalan que al pasear o caminar entre los árboles de los bosques, estos liberan sustancias perfumadas que al ser inhaladas alivian algunos síntomas y mejoran la calidad de la salud. Vivir en entornos naturales siempre será beneficioso en muchos sentidos.
El ser humano está hecho para vivir inmerso en la naturaleza y reconectarse cada vez que su organismo lo necesite. Todo nos lleva a pensar en la posibilidad cierta de que en realidad somos y pertenecemos a un solo organismo viviente, dentro de un ecosistema global universal, que pareciera vivir interconectado como en una red de internet biológica terrenal, emocional y espiritual; por lo que aplicaría el mismo sentido común y la misma lógica para todo el tejido estructural de un solo conjunto de seres vivos que comparten una misma naturaleza. Ante esto, puede ser que tengamos la solución y la cura a nuestro alcance y en nuestras manos, para que sea posible comprendernos mejor y comprobar nuestras aptitudes, propiedades y facultades biológicas que la sabia naturaleza no ha heredado.