Es indiscutible el mal estado de la mayoría de las calles en esta ciudad, y seguramente, en otras tantas ciudades del país. Es casi un tema típico o pintoresco, casi tradicional de nuestra cultura, aparte de lo controversial, claro. Es tan “nuestro” el tema, que ya se toma para la risa, hasta para la creatividad y los “memes”. Algo no está bien, mas, cuando traspasa lo polémico y cuestionable o el sentido común, y que de allí se lo normalice como si nadie lo notara, más allá de las quejas y críticas, dentro de un taxi o en comidas familiares, de amigos, en fin, un tema en boca de todos pero que poco pareciera poder hacerse, desde lo cívico, como ciudadanos con derechos civiles y/o choferes públicos y privados, que pagan sus impuestos cuando corresponde, tarde o temprano, pero que atesoran los fondos estatales municipales para estos gastos de tránsito, calles y carreteras.
Quizás, haya que repensar la forma en el proceso y desarrollo de esta directriz pública, o talvez, mejorar la calidad de los materiales que se implementan para estos efectos al pavimentarlas. Algo más duradero, menos tóxico. Se me ocurre que en países desarrollados utilizan mejores estrategias de pavimentación de sus calles. Quizás, haya que indagar por allí en el exterior maneras más específicas y actualizadas de trabajar con la tecnología avanzada, para afrontar este desafío que viene acumulándose en nuestras calles, desde antaño, como un problema generalizado. Para así, copiar esas buenas políticas de desarrollo y progreso, y llevarlas a cabo, en favor de nuestra causa y de nuestras benditas calles que lo necesitan.
Naturalmente es un hecho, también, que el terreno no ayuda demasiado, habiendo sectores más ‘blandos’ que otros, no muy aptos a la resistencia ni al peso de un tráfico permanente. La Tierra es un ser viviente que respira y se mueve constantemente, por ende, cambia su forma y se transforma. Además, existen fallas en los terrenos que tienden una y otra vez a hundirse o levantarse, según sea el caso, esto va causando diferencias en la estabilidad y rectitud del camino, a pesar del relleno correspondiente a lo requerido, que siempre van mermando. Creo que hay que seguir mirando hacia afuera e imitar lo ejemplar y óptimo para mejorar nuestra región, y una de ellas, es la urgente necesidad de contar con calles decentes por donde caminar y transitar.
Quizás, ya es tiempo de una actualización de nuestro “software de calles y carreteras”.