
Entre las particularidades de esta región, hallamos otra emblemática que nos obsequió la naturaleza: “el Picaflor de Arica”, que es el ave más pequeña de Chile y es una de las más pequeñas que existe en el mundo. Las hembras miden entre 7 y 8 cm., mientras los machos miden entre 8 y 9 cm., y su peso general, de ambos, varía entre los 2,3 y 2,5 gramos. Su plumaje produce un efecto similar al de un prisma, descomponiendo la luz en amplias tonalidades de colores. El color de su plumaje produce amplias tonalidades, que van de entre el verde oliva metálico en la parte superior y cabeza, con tonalidades azules en su costado, y negra, vista de frente; el macho muestra un rojo púrpura e iridiscente (refleja colores arco iris) en su garganta; la hembra, tiene la parte inferior toda de color blanco acanalado, incluso la garganta, haciéndose más café hacia los flancos. La cola del macho se diferencia de la hembra, pues, es claramente bifurcada en 2 puntas. Son las aves que cuentan con menos plumas, conocidas en el mundo (entre 1.000 y 1.500 plumas).
Los picaflores construyen nidos para sus diminutos huevos, con materiales que encuentran a su paso, como lanas, o que hallan en su hábitat, tales como plumas, fibras vegetales, incluso telas de araña. Durante los meses de primavera y verano tienden a reproducirse. El tiempo de incubación de un huevo de picaflor es de 16 a 19 días. En su vuelo alcanzan una frecuencia cardiaca cercana a las 1.200 pulsaciones por minuto. Logran volar a velocidades de hasta 56 kms/hora. Cuando se alimenta saca su lengua de 10 a 15 veces por segundo, extrayendo el azúcar del néctar de pequeñas flores, además de arácnidos e insectos, y digiriéndolo en pocos minutos. Este maravilloso ave, tiene la misión y cumple con la importante función de promover el intercambio genético de cuantas especies de plantas logre visitar a diario, ayudando al proceso de polinización natural en la naturaleza.
Son aves pequeñas que centran su fuerza en sus pectorales, músculos necesarios para generar su raudo vuelo. algo indispensable para ellos, es la limpieza de sus plumas, lo que les lleva bastante parte del día a día y preocupación por esto, función esencial para efectuar su vuelo a la perfección. Estos animalitos están dotados de una memoria excepcional del espacio que transitan en su hábitat natural, tanto así, que les permite recordar ubicaciones donde se han alimentado, e incluso, recordar flores específicas de las cuales se han alimentado durante mucho tiempo. Carecen del sentido del olfato, pero tienen una excelente visión. A pesar de su pequeño tamaño, los picaflores son una de las especies de aves conocidas como “más agresivas”, defiendendo su territorio de cualquier peligro o invasor.
Lamentablemente, el picaflor de Arica ya no se encuentra en la ciudad, y solo habita, o se avista, en algunos valles de la región, Valle de Lluta, Valle de Azapa, Caleta Vitor y Camarones en el norte de Chile. Actualmente, “El Picaflor de Arica” (Eulidia yarellii) está clasificado como en peligro crítico de extinción según la UICN y BirdLife Internacional. Clasificación basada en su rango de distribución mínimo y la reducción alarmante de su población desde el 2007, siendo estudiado y monitoreada su existencia desde el año 2003. Concluyendo en dos hipótesis que posiblemente explicarían su preocupante disminución: “Pérdida y degradación del hábitat por actividades agrícolas” (destrucción de su hábitat), y “deficiencias en el uso y manejo de plaguicidas” (contaminación y envenenamiento, toxicidad de su hábitat).
Nuevamente, esto nos emplaza directamente como seres humanos y como responsables, y nos motiva a seguir ejerciendo una tenaz autocrítica constructiva, en pos de contribuir a reactivar la población y la presencia de esta especie, tan particular, emblemática de la región, y única en este zona sur del mundo. Para preservar la esperanza humana y animal de que todos pertenecemos aquí y tenemos derecho a convivir en paz, respetando los espacios necesarios y los hábitats naturales que corresponde a ambos, y comprender al fin que todos somos parte integral de la cadena de la vida.