
Al gobierno no le ha resultado fácil reunir respaldos para la reforma al sistema político que impulsa en el Congreso. Incluso dentro del oficialismo, la propuesta enfrenta una fuerte resistencia por parte de partidos como el Comunista, la Federación Regional Verde Social, el Partido Radical, los liberales y Acción Humanista.
Las principales objeciones apuntan a que el proyecto busca limitar la fragmentación del Congreso mediante medidas como la exigencia de un umbral mínimo de escaños para que los partidos puedan mantenerse legalmente constituidos. Asimismo, la iniciativa contempla que los parlamentarios electos por una colectividad pierdan su cargo si renuncian a ella durante el ejercicio de su mandato.
Una proyección basada en los resultados de las últimas elecciones indica que, de haber estado vigente la reforma, 56 diputados habrían perdido su escaño: 33 por abandonar sus partidos de origen y 23 porque sus colectividades no habrían alcanzado el umbral de representación exigido.