
Caminando por la playa un día, tropecé con esta pequeña piedra adornada con estas diminutas conchas de las abundantes “bellotas de mar”, como se les conoce a los Balanus que son un género de los crustáceos cirrípedos. Tienden a adherirse a piedras, rocas, conchas, incluso a otros animales marinos con caparazón, como por ejemplo, encima de las tortugas marinas, buscando lugares en superficies u objetos sólidos, macizos. Se alimenta de plancton y se le encuentra en prácticamente todos los mares.
Me llamó mucho la atención cuando me acerqué a observarla, al agacharme y en ese ángulo en que me encontraba, de pronto me di cuenta que en el trasfondo de aquella imagen y de aquel momento que se suscitó, todo coincidió para lograr captar algo inusual que no me dejó indiferente. Y que fue, la similitud entre la forma de esa piedra y el Morro de Arica que se avista detrás. Pareciera una réplica en miniatura. Inmediatamente, tomé mi cámara y la registré para compartirla como algo anecdótico y un tanto llamativo.
Después de todo, la vida, el mundo y la naturaleza se compone de una variedad de estructuras repetidas y similares que varían en volumen o cantidad, espacio o tiempo, o simplemente, en átomos, partículas y moléculas, que constituyen toda la materia; o quizás, esta piedra sea un fractal de aquel eminente morro, que llegó hasta aquí solo para ser descubierta y ser fotografiada.